Dentro del estadio, Diego Milito –uno de los ídolos del club de fútbol Racing, uno de los más populares de Argentina– daba su última vuelta a la cancha en una emotiva despedida.
Y en los bordes de la cancha en Avellaneda un niño de 10 años jugaba otro partido, en el que la amistad terminaría anotando un gol memorable capturado en una poderosa fotografía.
Montado sobre una de sus muletas, Santiago Fretes –a quien le falta una pierna por una malformación congénita– miraba por encima de un muro la despedida de su futbolista favorito.
Y aún en medio de la emoción y la tristeza que lo embargaba por el adiós de Milito, notó los esfuerzos infructuosos de un amigo suyo por también contemplar lo que ocurría.
Santiago entonces lo invitó a subirse a su otra muleta, que había quedado apoyada sobre la pared que le bloqueaba la vista. Yamil, de la misma edad, trepó al sostén de su amigo.
Y los dos miraron juntos esa postal inolvidable del equipo de sus amores, sin saber que el hermoso gesto también iba a quedar inmortalizado en una fotografía.
"Mi amigo"
"Yo estaba viendo como Milito daba toda la vuelta a la cancha y vi que Yamil estaba saltando y le di mi muleta para que pudiera ver él también", cuenta el pequeño Santiago.
"Lo ayudé porque es mi amigo para que pudiera ver el partido y cómo Milito se retiraba", le explica, con simpleza, a BBC Mundo.
Se nota que le cuesta entender bien por qué algo que para él es común ha sido celebrado como una especie de epopeya.
Y la misma madre de Santiago, Sabrina Bonomo, quien tomó la fotografía, confiesa que jamás se imaginó que el gesto de su hijo terminaría dando la vuelta al mundo.
"Nunca me imaginé que iba a causar esto...", le dice a BBC Mundo sobre la imagen que refleja un momento de amistad y compañerismo que ahora unirá a los dos niños de por vida.
"No tengo que ser distinto"
Para Sabrina no es extraño que su hijo ayude a los demás.
"En casa, si se tienen que subir a un árbol, se sube él primero y le muestra a otro cómo se tiene que subir usando su muleta como escalera", cuenta sobre la vida cotidiana de Santiago.
"Y hoy, además del fútbol, practica taekwondo, anda en bicicleta, se sube a los árboles... El año pasado lo invitaron a esquiar y en dos días aprendió y se tiraba no sé desde cuantos metros en una montaña", le dice con orgullo a BBC Mundo.
Santiago ya tuvo dos piernas ortopédicas, pero su crecimiento requiere replantear los tratamientos y una nueva prótesis, algo que la familia dice no puede permitirse en estos momentos.
"Mi marido es mecánico y yo estaba sin trabajo. No tenemos seguridad social", explica Bonomo.
Pero eso no detiene a Santiago.
"Yo no tengo que ser distinto, juego como ellos", explica el pequeño, con el tono de quien explica algo evidente.
A pesar de su corta edad, a Santiago lo convocaron de la selección nacional de amputados para que presencie los partidos de fútbol.
Mientras que su gesto de amistad también le valió cumplir el sueño de conocer a Diego Milito, el exdelantero del Inter de Milán que volvió a la Argentina para terminar su carrera en el equipo que lo vio nacer: el Racing de Avellaneda.
Santiago, quien asiste a quinto grado de la escuela primaria, también sueña con ser futbolista cuando sea adulto.
Y no titubea al responder que si la amistad fuera un partido de fútbol, lo que logró con su muleta para ayudar a su amigo Yamil, sin ninguna duda, sería un gran gol.
"Un golazo", como dice el pequeño con orgullo.