Liverpool FC sufrió el domingo su peor derrota (1-6 ante el Stoke City) en más de medio siglo; los memoriosos deben remontarse a un día de abril de 1963 para encontrar un resultado similar: 2-7 ante el Tottenham Hotspur.
El mismo día, otro club de pasado glorioso, el Manchester United, empataba a duras penas (0-0) con el Hull City, que descendió de categoría. Su mejor jugador fue el portero Víctor Valdés, reemplazante de David De Gea.
El MU terminó la temporada en cuarto lugar -su objetivo mínimo- mientras que el Liverpool, que en 2013-2014 estuvo a punto de ganar el título, cayó a sexto lugar, a ocho puntos del MU y ¡25! del Chelsea, campeón este año.
Gestión empresarial sensata, liderazgo y capacidad técnica del entrenador, acierto en la formación del plantel e inserción en una ciudad populosa y rica.
Estos son los requisitos básicos para el éxito de un club de fútbol profesional, según los entendidos en estas cosas; parece simple, pero rara vez se dan simultáneamente en un lapso suficiente para crear sinergia entre ellos.
Dado que la trayectoria de ambos muestra sendas épocas de gloria (también de oscuridad) y tanto Manchester como Liverpool son ciudades vecinas, de poder económico y dimensiones similares, cabe preguntarse a qué se debe la capacidad del MU para mantenerse a flote (pese al sabotaje de los sucesores de Ferguson) y la dificultad paralela del Liverpool para reverdecer sus laureles.
Técnicos más populares
Llama la atención que en ambos casos la renovación y gestión de las respectivas plantillas haya sido lamentable, aunque por diferentes razones.
El retiro de Alex Ferguson dejó la necesaria renovación en manos de un técnico sin autoridad, David Moyes, y un administrador inexperto en fútbol, contador de profesión, Ed Woodward; Louis Van Gaal llegó al club sin un plan concreto y sus resultados en 2014-15 le habrían costado el puesto si no fuera tan famoso.
(La fama y la autopromoción son virtudes técnicas muy apreciadas por los dirigentes, cuya ignorancia del "fútbol real", el que se juega, es legendaria. Hay estudios muy persuasivos que muestran diferencias minúsculas en el rendimiento de equipos dirigidos por DT "famosos" y DT "del montón".)
Por esas cosas del fútbol, dos "fracasados" de la época de Moyes, el belga Fellaini y el español Mata, fueron rescatados para el servicio por Van Gaal, mientras queRadamel Falcao y Angel Di María, traídos durante su gestión, terminaron la temporada en el banquillo señalados como virtuales "fracasos".
El salvador de la temporada de los diablos rojos no fue Van Gaal, por supuesto, sino el portero David de Gea, llamado a reemplazar a Iker Casillas en el Real Madrid: sin él, según algunas cuentas, el MU habría quedado fuera de Europa.
Brendan Rodgers, DT del Liverpool, no tuvo la misma suerte que el holandés: una inversión de £110 millones (US$170m) no tuvo efectos positivos en un plantel debilitado por la salida de Luis Suárez y las lesiones de Daniel Sturridge.
El agite de las grandes ciudades
En esto estriba una de las ventajas comparativas del MU sobre el Liverpool: los buenos jugadores se sienten mucho más atraídos por Old Trafford que Anfield.
Una prueba reciente es el tironeo por Memphis Depay, la última revelación del fútbol holandés, que estuvo negociando con el Liverpool, pero cerró trato con el MU un minuto después de recibir una llamada de Louis Van Gaal.
Del mismo modo, jugadores consagrados como Falcao y Di María, más allá de sus problemas de rendimiento esta temporada, tal vez no habrían aceptado a Liverpool como destino el verano pasado, por elocuente que fuere su agente.
En este sentido se está consolidando un sistema de jerarquías basado en la capacidad de generar ingresos en el mercado internacional y la ubicación geográfica del club: no es lo mismo Madrid que Liverpool; Londres tira mucho más que Marsella e incluso Roma a jóvenes millonarios con gustos burgueses y que aspiran a las comodidades y diversiones de las grandes ciudades. (Ellos y también sus novias o esposas, muchas veces modelos de intensa "vida social".)
Tanto Manchester como Liverpool son ciudades provincianas, pujantes pero con limitaciones: la primera tiene 470.000 habitantes (2.250.000 su región metropolitana) y la segunda 515.000 (2.560.000), a más de 300km de Londres.
En el siglo 21 a los clubes poderosos ya no les basta la plataforma de su zona de influencia; necesitan acceder al mercado internacional a través de la televisión y acuerdos publicitarios y de cooperación deportiva.
En este sentido, la diferencia entre el MU y el Liverpool ha resultado abismal.
A primera vista esto se explica porque el periodo exitoso del MU, más reciente, coincidió con la aceleración del desarrollo de las comunicaciones, pero la aureola de prestigio del Liverpool también es poderosa y algunos comentaristas prefieren señalar las diferencias en la gestión empresarial.
El Manchester United es propiedad de una familia de empresarios estadounidenses, los Glazer, que adquirió gradualmente la mayoría del paquete accionario gracias a un endeudamiento bancario muy criticado, debido a que cargó al club el costo del crédito y el servicio de la deuda.
Los Glazer ya habían demostrado sus dotes empresariales en el mercado deportivo estadounidense, con la compra del Tampa Bay Buccaneers de la NFL, ganador de la Super Bowl en 2003.
Diferencia de propietarios
Es evidente que los Glazer se preguntaron por qué un empresario tan astuto como Rupert Murdoch, propietario principal de la televisora que transmite los partidos de la Premier League, había querido comprar el MU en 1998, en una operación rechazada por la Comisión de Monopolios y Fusiones, debido a un conflicto de intereses entre la TV y el club.
Tanto los Glazer como Murdoch sabían que el mercado internacional para el fútbol, en particular el de la Premier League, recién estaba en su infancia, mientras que los propietarios de entonces del club, un par de millonarios irlandeses a quienes sólo les interesaban las carreras de caballos, creían que ya estaba en su madurez y que el crecimiento sería minúsculo.
Cuando los Glazer llegaron al club, la oficina encargada de los contratos de auspicios y nuevos negocios tenía dos (2) personas a cargo: ahora tiene más de 200 y los contratos se multiplican en las formas más diversas y creativas en todos los mercados, especialmente en Estados Unidos y los países asiáticos.
El dinero llueve en las arcas del club, bajo la atenta mirada de Ed Woodward, que de fútbol no sabrá mucho pero de cuentas sabe un montón. (Conviene tener en cuenta que Woodward, asesor de los Glazer en la operación de compra del club, ha sido recompensado ahora con la dirección ejecutiva.)
Los Glazer también fueron hábiles al obtener el decidido respaldo de Alex Ferguson: le prometieron carta blanca en el plano deportivo y él los defendió ante las numerosos aficionados que hacían campaña en contra de ellos.
Moneyball
Los propietarios del Liverpool también son empresarios estadounidenses, con mucha experiencia en el mercado deportivo.
Fenway Sports Group (FSG), encabezado por John W. Henry, adquirió en 2001 a los Boston Red Sox, uno de los clubes de béisbol más tradicionales de Estados Unidos (el legendario Babe Ruth jugó allí) y es bien conocido por su adhesión a la prédica de Billy Beane, pionero del sistema "racional", analítico, basado en evidencias, de contratar peloteros, descrito en el libro y la película Moneyball.
Esto no cuadra muy bien con la contratación de Balotelli, por ejemplo, así como otros jugadores que en los papeles ofrecían un rendimiento para entusiasmar a Brad Pitt, pero que dejaron frío a Brendan Rodgers.
Tony Evans, editor de fútbol del Times, un veterano hincha del Liverpool, cree que FSG es buen propietario: "no saca fondos del club", dice en alusión a los Glazer, pero también destaca el fracaso de "hombres de 'ideas' con computadoras en vez de conocimiento del fútbol" para contratar jugadores.
En este panorama, Brendan Rodgers parece un prisionero: sin la libertad de acción de un "superstar" como Van Gaal, rehén de sus promesas de la temporada pasada, no sabe si continuará o no en Anfield.