Una revisión analítica de la vida política de Leonel Fernández después de
2012, cuando abandonó el poder, sugiere que ha sido sometido a un proceso
dirigido a liquidar sus posibilidades de retornar al poder.
¿Quiénes podrían estar detrás de la orquestación de ese propósito? Por
momentos podría ser fácil desentrañarlo, pero otras veces no. Si se mira hacia
los primeros momentos después de agosto de 2012, la respuesta podría encontrarse
en los hechos que le sucedieron, pero si se avanza un poco más, como en estos
días, el ejercicio no sería tan sencillo, más bien se complica.
De todas
formas, lo que importa es que de acuerdo a las indicaciones, los adversarios del
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y en particular, los enemigos de
Fernández, habrían entendido la necesidad de impedir su vuelta al poder
recurriendo a cualquier medio.
En todos los escenarios, resalta que el
centro de la estrategia utilizada consiste en derrumbarlo desde antes de que
empezara formalmente la guerra por la presidencia de la República en 2016, en el
supuesto de que es el hombre a vencer.
¿Pero por qué medio? Según lo que
se ha visto hasta ahora la vía parece ser el descrédito y mediante el mismo la
descalificación. Desde el punto de vista de la Ley tendría que ser el resultado
de una condena judicial, lo que se descartó desde el principio, cuando Guillermo
Moreno lo sometió en 2013 por los cargos de prevaricación y corrupción para su
provecho particular y de Funglode.
El expediente, que debió ser decidido
por el Ministerio Público, no prosperó, pero tuvo un amplio eco. Y millones de
miradas se proyectaron sobre su obra particular más importante. En esa
perspectiva, esa institución era el fruto de la corrupción y el uso perverso del
poder.
Además de la persecución judicial de Moreno, el expresidente fue
objeto de asedio político. Por la denuncia del déficit fiscal, grupos de
manifestantes montaron “varios juicios populares” contra su persona que
terminaban en “sentencias condenatorias”. La misma sede de Funglode fue objeto
de ataques, y en algún momento llegaron al extremo de la confrontación con
algunos vecinos de esa institución.
¿Pero qué
ocurrió?
Un año después, las encuestas comenzaron a indicar que
el plan de descrédito contra el expresidente no había conseguido el objetivo.
La encuesta Gallup-Hoy de agosto de 2014 reveló que Fernández no estaba
muerto todavía. Los encuestadores lo presentaron en un escenario frente a
Hipólito Mejía, Luis Abinader y Miguel Vargas Maldonado. El resultado fue más
favorable para Fernández, quien obtuvo un 45% de aprobación popular, mientras
que Mejía y Abinader quedaron por debajo de un 30%.
En esas mismas
investigaciones, el presidente Danilo Medina apareció con el apoyo de una
abrumadora mayoría. Más del 70% consideró que debía ser el candidato del PLD a
la Presidencia de la República. Abinader y Mejía apenas alcanzaron un poco más
del 10%, mientras Vargas Maldonado obtuvo un 5%.
Igual, el año pasado
todavía continuaban las manifestaciones adversas, al extremo de que una de ellas
tuvo un desenlace desagradable, cuando sus parciales decidieron responder a
quienes acudieron a la avenida Tiradentes para denunciarlo, justo al frente de
donde tendría una conferencia con empresarios y
simpatizantes.
Lucha en el PLD
Al mismo tiempo,
al interior del PLD se había desatado la lucha por la candidatura presidencial.
Surgieron Temístocles Montás, Francisco Javier García, Reinaldo Pared Pérez y
Radhamés Segura, pero ninguno consiguió aparecer en la encuesta de Gallup de
agosto de 2014. Ni siquiera Montás lo logró, pese a que montó sus aspiraciones
sobre la base de un discurso agresivo dirigido a anular a Fernández como
posibilidad, a veces con expresiones muy ácidas. De modo que el problema serio
de los adversarios del PLD continuaría siendo Fernández.
La
reelección
Ya para el año pasado, seguidores del presidente
Medina empezaron a plantear la posibilidad de reelegirlo y, de hecho, de las
simples insinuaciones pasaron a las proclamaciones. Aparentemente se habría
creado una estructura de poder para impulsar la idea de la continuidad de
Medina.
Varios grupos obran desde diferentes posiciones y funciones en la
administración pública. Sin embargo, no se percibe una iniciativa cohesionada
que sugiera la aprobación o participación del presidente Medina.
Al
margen de las palabras del mandatario acerca del tema espinoso, sea las
pronunciadas en los tiempos de campaña, o ya en el ejercicio del poder, está el
impedimento constitucional, que conllevaría lógicamente una reforma a la Carta
Magna, un estremecimiento del PLD y toda una logística con sus
imponderables.
De todas formas, el tema de la reelección y los agentes
que la impulsan se constituye en una amenaza que hacia adentro tiene en la mira
a Fernández. La campaña reeleccionista se constituye de esa forma en un factor
de tensión interna.
Los auspiciadores de la reelección suelen jugar al
suspenso, y dicen: eso depende de Danilo y de Leonel. Como si jugaran a un mundo
lleno de incertidumbre, a la espera de lo que decidirá su
jefe.
El soplar de los vientos
Pese a todos esos
movimientos, el expresidente no se quedó pintado en la pared. Y con su
parsimonia empezó a moverse gradualmente. Primero, sucesivos viajes al exterior,
propios de su condición de académico, conferencista o en atención a invitaciones
o compromisos con organismos e instituciones internacionales.
El primer
año del presidente Medina lo consumió en esos menesteres. Y de hecho dejó que
toda esa campaña en su contra le pasara por encima. Y en los casos en que la
justicia estuvo de por medio confió el trabajo a sus abogados.
Hasta que
un día dijo que los vientos estaban soplando, en respuesta a una pregunta
periodística sobre la posibilidad de que lanzara sus aspiraciones. Y ya para el
2013 empezó a visitar las diferentes regiones y comunidades del país.
En el
ínterin llegó en julio la prueba del Octavo Congreso Norge Botello del PLD,
donde sufrió un revés, tanto en el Comité Central como en el Comité Político. La
mayoría de los aspirantes que se acogían a su seno fueron derrotados. Fue uno de
los puntos negativos para su figura como presidente y líder del PLD.
Sin
embargo, la derrota orgánica no lo amilanó y el año pasado terminó prácticamente
en campaña con diferentes actividades, fuesen propias del partido o tendentes a
proyectar su imagen. Dictó algunas conferencias y encabezó varios donativos de
alimentos a los pobres durante la pasada Navidad.
La última
encuesta Gallup
Y ahí vino el 2015, febrero, con los resultados
de la última encuesta Gallup, según la cual Fernández obtuvo un 39.8% de
aprobación popular. Guillermo Moreno surgiría con un sorprendente 23.8%, que lo
convertiría en el potencial segundo contendor. Habría que ver qué tan
consistente sería más adelante. Mientras, Hipólito Mejía registró un 17.8% y
Miguel Vargas Maldonado un 4.7%.
En otro escenario, dicen los encuestadores,
el presidente Danilo Medina obtendría un 70.5%; Mejía un 10.7%; Moreno, un
10.5%, y Vargas Maldonado un 1.9%.
En el tercer escenario, Fernández
aparece con un 39%; Abinader, con 23.9; Moreno, con 18.2% y Vargas Maldonado,
con 6.3%.
En el cuarto escenario, el 69% votaría por el presidente
Medina; el 13.4% por Abinader; el 8.9% por Moreno, y el 3.1% por Vargas
Maldonado.
El hueso es Leonel
Si se observa,
aunque Fernández perdió alrededor de cinco puntos porcentuales de agosto de 2014
a febrero de 2015, seguía siendo el principal caballo de batalla del PLD, sin
ningún impedimento legal que le prohíba optar por una candidatura y
sucesivamente por la Presidencia de la República. La otra opción es el
presidente Medina, con el ya conocido impedimento.
Los opositores
estarían persuadidos de que siempre será más fácil enfrentarse a un hombre
sometido a cuestionamientos y ataques, con un ejercicio en el poder tan
extendido de doce años, durante los cuales se generan múltiples problemas y
resentimientos. Es decir, no hay lugar a dudas de que respecto a Medina,
Fernández resultaría más vulnerable.
Pero además, ¿para qué atacar a
Medina si tiene el impedimento constitucional? Y más aún, es el hombre mejor
valorado y estimado por todo el mundo. Según las encuestas una mayoría del 70%
lo aclama para la reelección.
Los opositores lo menos que han hecho es
alabarlo. Y hemos visto uno que proclamó por adelantado que si el candidato es
Medina se retiraría de la competencia.
Para los propios peledeístas, y
en particular para quienes están en el poder, seguir en el palo sería mucho más
fácil que “ir en coche con tantas piedras en el camino”. Así las cosas, el
expresidente Fernández se confronta con diversos enemigos. Unos al interior de
su propia organización y otros acérrimos que lo menos que desean es verlo vivito
y coleando.
El Quirinazo
Y llegó “el Don”, y no
con cualquier garrote, ni siquiera con el León halado por el rabo como ya se
presenta en las redes sociales, sino con un tanque cargado de estiércol batido
con aceite y ácido, con el objeto de quemar al expresidente Fernández.
Su
lanzamiento, como un “acto de venganza”, ha generado mil especulaciones, pero al
margen de todas ellas, lo que está claro es que está dirigido a dañar por
siempre al expresidente. Desde cualquier perspectiva, lo ha afectado, tanto que
venció su habitual resistencia a responder los ataques destemplados.
Fernández no tenía alternativa, toda vez que limpiarse el derrame de todo un
barril de estiércol aceitoso toma tiempo. Y por más que se enjuague, al final
deja un tufo. El recurso no es nuevo. Tiene que ver con dos máximas: “difama,
que algo queda”; o “una mentira repetida mil veces se convierte en
verdad”.
Muchos se frotan las manos. El León está en baja. Se desatan
tensiones al interior del peledeísmo, al margen del abrazo solidario del
presidente Medina a su compañero Fernández. Parecería que la estrategia de
derrumbe y aniquilamiento contra el más puntero de los potenciales candidatos
del PLD, da frutos.
Pero la historia no ha terminado. Falta un año y
medio para las elecciones de 2016 y el conteo arbitral no termina.
La
pregunta del momento es la siguiente: ¿se levantará Leonel después de tan fieros
ataques? O ¿está “jaque mate”?
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